Análisis de Horizon Forbidden West: Burning shores

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Un año después del exitoso lanzamiento de Horizon Forbidden West, llega Burning Shores, el Dlc con el que Guerrilla Games quiere dejarnos claro que no se han olvidado de los seguidores de Horizon y que, si pensábamos que habíamos tocado techo técnico, esto no ha hecho nada más que empezar. Y es que Burning Shores solamente va a estar disponible en Play Station 5, en palabras de sus desarrolladores, porque “era la única manera de poder centrarse en la nueva máquina y darle rienda suelta a toda la creatividad del equipo.” 

Por poner un ejemplo, existen escenas de combate que requieren una gran cantidad de memoria y potencia de proceso. Ahora, Aloy va a poder contar con una iluminación especial que antes solamente se activaba en las cinemáticas. De esta manera, se renderiza todo con mayor detalle en todo momento y hasta una distancia mucho mayor. Especial atención a las nubes, es algo impresionante, de hecho ahora (al contrario que en el juego base) podremos adentrarnos dentro de las mismas y ganar en altura hasta cotas mayores.

Además, tendremos la posibilidad de usar el modo a 40hz y la frecuencia de actualización variable en los televisores que sean compatibles.

Los Ángeles nos espera.

La historia continúa exactamente donde lo dejamos, de hecho, será necesario haber terminado la campaña principal para poder acceder a la nueva historia que vamos a vivir. El truco que hace el juego para hacer la transición entre el juego base y el Dlc es una cinemática mediante la cual viajaremos a la costa inundada de Los Ángeles, haciendo así el salto al Dlc y al contenido exclusivo de nueva generación. El cambio no es notorio al principio, esto es normal ya que Horizon Forbidden West ya era una auténtica apisonadora técnica y gráfica, pero conforme avanzamos en la trama vamos a ir percatándonos de pequeños detalles que demuestran que lo inmejorable, se ha mejorado. El resultado es escándaloso. 

Si bien es cierto que la premisa es perseguir la amenaza de un nuevo Zenith, la aventura nos va a servir para de paso expandir el lore de personajes, enemigos y lugares del universo Horizon. Ahí entra en juego Seyka, una Quen con la que Aloy va a estrechar lazos y crear una nueva y bonita relación. También vamos a conocer hasta 5 nuevas máquinas, alguna que otra arma nueva y más de lo que ya teníamos en el juego principal, puzles sencillos, mecánicas de escalada, exploración etc. 

Destacar que la batalla final es algo inaudito en la saga y a lo que muy pocos juegos pueden acercarse, un espectáculo sin precedentes en pantalla que justifica sobradamente los 20 euros que cuesta la expansión. ¿He dicho pocos juegos? Nada se acerca a esto, todavía estoy en shock.

Conclusión:

Las aproximadas 10 horas de puro espectáculo con las que nos deleita Burning Shores son un regalo para el aficionado de la saga, y más ahora que ya sabemos que habrá una tercera parte. Parte de la importancia del contenido radica en que servirá como punto de enlace argumental a la próxima obra de Guerrilla Games, que en condiciones normales llegará dentro de varios años. De inicio a fin es un espectáculo sin parangón, y encima, la medida es la idónea. No se queda corto de duración y tampoco se disparan las horas de contenido vació y relleno. Esto es continuar la historia donde lo dejamos, conociendo un poco más a Aloy y dejándonos con la miel en los labios para lo salvaje que será la próxima obra de Horizon. 

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