Análisis COCOON

Mucho talento detrás

Cuando me recomendaron Cocoon, el nuevo juego de Geometric Interactive (editado por Annapurna Interactive), pensé que sería un indie interesante y poco más, de esos que con suerte terminas y te dejan un buen regusto de boca. Tanto dudé, que lo dejé pasar hasta que a los dos días me saltó un anuncio del juego en Gamepass, como si se tratase de una segunda señal. Lo instalé y empecé a jugarlo. 

Jugué media hora y no me pareció suficiente para colmar el hype que me había tirado encima la recomendación que recibí. Pero me llamó la atención algo; este juego tenía un pestazo a delicadeza que no tienen otros indies. Un cincelado exquisito, como ese niño que crees que se va a salir de la raya al pintar y no solo no pinta fuera de los márgenes, sino que realiza un trazo pulcro y fino. Tanto me llamó la atención el detalle que busqué información hasta que… ¡boom! El director del juego, Jeppe Carlsen, fue en su día el principal diseñador de jugabilidad tanto en Limbo como en Inside.

Un videojuego ‘Cocoonudo’

Al día siguiente inicié el juego y lo terminé en menos de 24 horas. Os aseguro que el empacho fue delicioso, tanto como para afirmar que las 7 horas que me llevó completar el juego al 100% fueron ‘Cocoonudas’.

Cocoon es un videojuego de puzzles en vista cenital donde controlamos a un personaje híbrido entre insecto y alienígena, el cual gracias al uso de diferentes esferas nos hará avanzar por las diferentes salas/mazmorras. Cada esfera es en sí misma la llave a un portal diferente, y es la conexión entre cada una de ellas la que nos llevará a tener que ingeniárnoslas para poder resolver los puzzles. A su vez, cada esfera cuenta con una habilidad diferente que deberemos usar en el entramado que se nos plantea y que cada vez se vuelve más complejo.

Lección magistral de eficiencia

Todo esto con el único uso de un botón y el stick de dirección. No hace falta más, porque Cocoon es una obra magistral de la eficiencia y de la interpretación no verbal. No existe una sola línea de diálogo en todo el juego… y sin embargo tienes la sensación de que te están hablando constantemente, de que no hay tutoriales pero a la vez te están enseñando cada nueva mecánica con letras mayúsculas, de que hay mucho que hacer pero a la vez lo puedes hacer todo con un botón y tu cerebro. Sibilino, elegante, fino, pulcro, como esa persona aseada, bien vestida, perfumada y de semblante confiado que te cruzas en el vagón del tren cada mañana y a la que sabes que le van a salir bien las cosas. 

Y entre toda esa maraña de idas y venidas con esferas, de entrar y salir de cada portal, está el añadido de enfrentarnos a diferentes bosses que me han parecido muy divertidos y en los que no hay margen de error, al primer golpe que recibamos comenzaremos de nuevo. No son difíciles, pero sí un ligero y entretenidísimo reto.

Una ambientación impecable

La obra se consuma con una puesta en escena tranquila y sosegada, música relajante, dibujado fino y colorido, a la vez que escenarios melancólicos y hasta retorcidos (algunos me han evocado al reciente Scorn): Armonía y paz para dejar a nuestra cabeza centrarse en los puzzles. No son difíciles (tampoco fáciles), simplemente son ingeniosos, de los que te hacen utilizar todo lo aprendido durante toda la aventura, enrevesándolos un poco más hasta llegar a un final apoteósico, brillante e ingenioso. ¿Nunca os ha sucedido terminar un juego y decir “me ha gustado el final pero yo habría hecho esto para que fuera un final perfecto”? Pues el de Cocoon es simple y llanamente ese final que yo habría firmado para cerrar la obra.

Imposible dejarlo escapar

Lo tenéis disponible desde el 29 de Septiembre en el Gamepass de Microsoft, pero antes de que me digáis que no jugáis en Xbox Series o Xbox One, os diré que también lo podéis jugar en Nintendo Switch, PS4, PS5 o PC. 

No tenéis ningún tipo de excusa, jugad a Cocoon porque no solo es uno de los candidatos a Indie del año, sino que es, y perdonen mi insistencia en el juego de palabras si esto sirve para que así le acabéis dando la oportunidad que se merece, un videojuego ‘Cocoonudo’.